martes, 29 de mayo de 2012

El relato infinito de las librerías y las bibliotecas

...en la que aparece una librería donde hay un libro de historia que describe una biblioteca donde hay una novela futurista en la que aparece una librería donde hay un libro de historia que describe una biblioteca donde hay  una novela futurista en la que aparece una librería donde hay un libro de historia que describe una biblioteca donde hay una...

sábado, 26 de mayo de 2012

¿Os habéis portado bien?




  Jugaban a médicos escondidos en el armario. Él era el cirujano cuando surgieron complicaciones. No se pudo  hacer nada. Subió a su cuarto, cogió la pala y el cubito de la playa y la enterró en el jardín, bajo el columpio.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Juguemos a un juego


    Cuando la anestesia hizo efecto y comenzaba a cerrar los ojos, el viejo pederasta reconoció la dulce sonrisa del cirujano que, jugueteando con unas tijeras, le observaba desde arriba. 

martes, 22 de mayo de 2012

La hipoteca


        La puerta trasera da a las escalinatas del templo de Hatshepsut, en Egipto. Desde la de la cocina, en cambio, vemos una preciosa plaza en Florencia, con una estatua ecuestre en el centro. Si subimos al tejado, podrá disfrutar de unas maravillosas vistas desde las cimas nevadas del Annapurna, a los críos les encanta. Pero deberá tener cuidado con el tragaluz  del baño, no se puede abrir,  está en un submarino a 6000 metros de profundidad, en la fosa de las Marianas.  Una finca fantástica como ve; aunque he de advertirle que el precio es alto: Toda su cordura.

martes, 15 de mayo de 2012

El poeta verde más grande de todos los tiempos



El libro que estaba leyendo se quedó abierto sobre la hierba. Un camaleón subió muy lentamente sobre él y se quedó quieto, mirando una mosca. Paulatinamente fue volviéndose blanco como las páginas; luego, sobre su palidez, comenzaron a aflorar puntitos negros que se convirtieron en letras. Las letras formaron palabras que construyeron frases. No podía creerlo, era la historia más conmovedora, más sutil, más genial que había leído en mi vida. Quise sacar una libreta para copiarla, pero lo hice tan precipitadamente que lo asusté. Saltó sobre la hierba y cambió de nuevo su camuflaje. Luego se alejó, con la piel verde hierba y ese caminar suyo, entrecortado y bamboleante, sin saber que, por un instante, había sido el poeta más grande de todos los tiempos.

lunes, 14 de mayo de 2012

Rescate escalonado

        Mandó la nota de rescate junto con una foto del niño que, lloroso, sujetaba un periódico del día. Como no le hicieron caso, se armó de valor y le cortó el meñique; lo envió por correo dentro de una cajita. Nadie contestó. Mandó la mano. Después el brazo entero. Nada, ni una llamada. Así que continuó mandando trozos. Cuando quiso darse cuenta, sólo le quedaba la punta del dedo gordo del pie izquierdo. Entonces, por fin, recibió una nota de la familia:

         “Sea usted tan amable de acabar de mandarnos al niño. Con los trozos que usted, tan amablemente, ha ido devolviéndonos, su madre ha podido volver a zurcirlo entero. Pero sin el trozo que falta le cuesta mucho chutar los penaltis en el colegio.”

lunes, 7 de mayo de 2012

El fracaso



-Debemos asegurarnos, herido es muy peligroso -dice ella.
-No estoy seguro de esto, ¿y si fallo, y si se enfada? -musita él.
- Tranquilízate, por favor, lo harás muy bien –pero de repente se queda quieta, como congelada, y susurra:
-Ni te muevas... Está justo detrás de ti,  agazapado entre esas ramas. Nos está mirando... ¡Ahora!
Él se gira y dispara.
Un arco y unas flechas caen primero. Después, el niño, hecho un ovillo con sus alitas blancas manchadas de sangre, choca contra el suelo levantando una nube de plumas.
Ella se lanza a los brazos de él.
-¡Muy bien, mi amor! -dice.
  Él se separa y la mira horrorizado. La última palabra queda flotando en el aire.

martes, 1 de mayo de 2012

La coleccionista


Cuando el joven se durmió al fin, ella se levantó y le besó suavemente los labios.  Él entreabrió los ojos. Ella regresó  a su asiento, se alisó la blusa con la palma de la mano y simuló estar absorta en la contemplación del paisaje.  El joven se incorporó en su asiento con  un gruñido de desentumecimiento, estiró el cuello y miró en derredor. El vagón, a parte de ellos dos, estaba desierto. Ella vio, por el rabillo del ojo, que se tocaba los labios con los dedos;  y no pudo reprimir una sonrisa al intuir la mirada del joven sobre ella.
–Próxima parada, "estación del norte" –tronó una voz desde los altavoces del vagón.
Él se levantó y,  sin apartar su mirada de ella, cogió su mochila y se la puso. Ya fuera, en el andén, se detuvo un instante, luego se giró con determinación hacia la ventana del tren.
Ella le sonrió y, agachando la cabeza, se puso a escribir en una libreta: “10 de abril. Estación del norte. Pelo castaño, ojos tristes, camisa a rayas. Perplejo número 303”